Para qué sirve el arte?

 Hace unos días tuve una conversación en la que yo, toda orgullosa y feliz, contaba que iba a viajar a la Feria Internacional del libro, en Buenos Aires, para recibir mi certificación como Diplomada en Teoría y Producción Literaria por la Universidad Nacional de Villa María y la SADE (Sociedad Argentina de Escritores). Hasta ahí llegué, porque en mi verborragia catártica terminé chocando la frente contra un vidrio (en realidad era una pregunta, pero se entiende). 

"LA" pregunta fue: "¿Para qué sirve eso que estudias?" 

para qué sirve el arte

Y ojo, es que haya percibido ninguna mala intención en la persona que preguntaba. Era evidente su verdadero interés en saber, pero a mí me dio un golpazo en la frente y me dejó toda mareada. 

Lo primero que pasó, es que mi ego salió a defenderme, y como si todas las respuestas genuinas podía dar, no fueran válidas. Entonces empecé a buscar entre todas las cosas que estoy estudiando, y me agarré fuerte de "la más seria": Tecnicatura en Corrección de Textos. Y di algunos ejemplos de trabajos que podía hacer por mi cuenta o en los que me podrían contratar cuando termine la carrera. 

ego vocación escritura arte

La verdad es que tanto a la respuesta, como a la carrera misma, la elegí con el ego, no con la vocación. Me gusta, ojo, pero la estudio más con la intención de tener un título que respalde todo lo otro que estudio con pasión: Diplomatura en Escritura Creativa en la UNTREF, Curso de Escritura de Escritura de Ficción en la UCC y el maravilloso taller literario "Tertulias para escribir" de Germán Maretto. 

En mi vida fui tomando una serie de decisiones que me llevaron a formarme en ámbitos totalmente diferentes a la literatura: estudié abogacía, escribanía y productor de seguros, todo con sus consecuentes cursos de actualización y especialización en determinadas áreas. 

También estudié algunas disciplinas que se vinculan más con mis intereses reales, como coaching ontológico y Programación Neurolingüística. 

Pero fue recién a los 40 años cuando me decidí a estudiar lo que realmente amo y amé desde que tenía 11 años: escritura: como técnica, arte y oficio. 

Entiendo a quienes dudan o me cuestionan. Yo misma dudé y me cuestioné durante nada menos que 22 años. Creo que es algo así como dejar a tu pareja de toda la vida, a quien no amas, por el amante del que estuviste siempre enamorada. Hoy considero que el error no fue dejar mi carrera de lado (la jurídica), sino haberla elegido en su momento. 

Pero la vida es la vida, y ese es el camino que me tocó recorrer para darme cuenta de que tenía derecho a elegir qué hacer conmigo misma (AQUÍ te cuento cómo me di cuenta de esto). Porque hasta hace poco, creía que solo había un modo de hacer las cosas, y que a mí solo me restaba obedecer. 

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Lo que más me quedó "picando" fue esta sensación de que valemos según lo que producimos. Una máxima del Derecho de Daños que siempre me revolvió un poco el estómago (la vida humana no vale por sí misma, vale por lo que produce. Si se pierde una vida, la indemnización estará vinculada con lo que esa vida producía o tenía la capacidad de producir económicamente en un futuro - por ejemplo, tratándose de un niño: ¿su familia tenía dinero para pagar sus estudios? ¿Cuál era su proyección económica-profesional? ¿Qué capacidades intelectuales o de otro tipo tenía?). 

Entonces esa pequeñísima pregunta: para qué sirve lo que estudias, me volvió a revolver el estómago. Si lo que estudio "no sirve" al sistema, entonces ¿yo tampoco?

Ya en casa me contesté a mi misma: sirve, sirve muchísimo: 

* para mejorar en lo que amo hacer, 

* para aprender a escribir mejor, 

* para que el mundo no me sea tan ajeno, 

* para procesar mis experiencias de forma creativa, 

* para crear realidades y universos paralelos en los que yo pueda elegir otras opciones, 

* para dar forma a personajes,  

* para observar realidades, 

* para conocer facetas ocultas de las personas,  

* para crear historias, 

* para hacer lecturas mucho más conscientes de lo literario, 

* para conocerme... 

* y sobre todo, para ser feliz.

amor propio, derecho a elegir, vocación, escritura


Porque la verdad es que estudie o no estudie estas cosas, dejar de escribir no es una opción para mí.  Entonces, mejor intentar  hacerlo bien. 

Todo esto me llevó a preguntarme ¿todo tiene que "servir" al sistema? ¿Estudiar por placer, por amor, por pasión no es una alternativa? ¿Para qué sirve el arte? 

Y ahí nomás me vino a la mente un poema del Tao Te King que vimos hace poquito con Iosi Havilio en esa maravillosa Diplomatura que tanto me apasiona. Te lo muestro AQUÍ

Gracias por leerme 💕

Mónica       

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