La debilidad de la madre

—¿Adónde va papá con la escopeta? —preguntó Fernando a su madre mientras ponían la mesa para el desayuno.

—A los corrales —respondió la mujer—. Anoche nacieron los cabritos.

—No veo por qué necesita la escopeta —insistió Fernando…

—Solo para ahuyentar a los lobos — respondió su madre, mientras le pasaba la mano por la cabeza con ternura. —Los lobos huelen la sangre, intuyen la debilidad de la madre para defenderse y defender a su cría.

A Fernando le resultó convincente, sin embargo, no pudo evitar el escalofrío al escuchar los disparos, ni la sensación de presión en el pecho.

La madre, que pudo sentir su temor, se sentó a su lado y lo dejó refugiarse en su cuerpo.

—Tranquilo mi amor, papá sabe lo que hace.

Detrás de la casa, en el pequeño granero, un charco de sangre manchaba la tierra del suelo y teñía de rojo los restos esparcidos de alfalfa.

***

Esa noche Roberto se había despertado sobresaltado. Intentó volver a dormir, pero al girarse notó que su mujer no estaba en la cama. La buscó por la casa, y al no encontrarla salió y se dirigió al pequeño granero, descubriendo de inmediato que no tenía los candados puestos por fuera.

Montando a crina limpia sobre un semental más joven que él, se encontraba ella, abstraída del mundo. Volvió a la casa, buscó la escopeta, la escondió bajo la cama y esperó a que la cabra terminara de parir.

***

—Ya no van a volver a molestar — dijo Roberto con voz ronca al entrar, y volvió a guardar la escopeta.

—¿Cristian andaba por ahí? Raro que no haya pasado todavía a buscar algo caliente para tomar.

—Estará cansado— respondió Roberto inmutable. —Se pasó toda la noche atendiendo el parto de la cabra.

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Este relato surgió para cumplir una consigna dada en el Curso de Ficción de la UCC - 2023. 

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Gracias por leerme 💕

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