El ocio y el contacto con la naturaleza como camino hacia la creatividad



el ocio y el contacto con la naturaleza es el camino hacia la creatividad. Los viajes son el mejor modo de conectar con nosotros mismos.


Querido Quien Seas: 
                                   
Fueron suficientes unos días lejos de mi rutina y mis responsabilidades cotidianas, para que mi mente se disparara hacia mil proyectos. De repente sentí como si estuviera soñando despierta. Tiempo para mí, para descansar, para observar, para caminar descalza, sentir el sol, la brisa, la arena bajo mis pies; para ver a mis hijos jugando y riendo. 

Hubo momentos en que la gratitud me invadía. Otros en los que me preguntaba qué hacía con tanto tiempo en mi vida. Pero entonces recordé que no tengo tanto tiempo, que mis días no son míos en su mayoría. Son carreras contra el reloj, intentando cumplir con mil responsabilidades, algunas elegidas, otras impuestas. 

Me pregunté también si es posible diseñar una vida que me permita hacerlo todo: cumplir, adaptarme a este sistema tan humano como insensible y premoldeado, a la vez que seguir siendo yo: ese yo intangible que se expande y quiere salir flotando de mi cuerpo cada vez que la línea del horizonte se aleja, cada vez que puedo ver más allá de un par de calles, y que el universo me recuerda mi breve pequeñez, como así también mi inmensa pertenencia. 

Quisiera decir que encontré alguna respuesta, pero estaría mintiendo. Solo puedo decir que recorrer rutas, montañas, mares, ríos y cielos no debería ser un privilegio, sino un derecho de cada ser humano habitando sobre esta bendita tierra... una pequeña ventana para poder recordar que somos más que la materia que a veces nos contiene, pero otra nos corrompe. Y así, entonces, vacíos de tanto ruido y tanta mente, reencontrarnos con esa magia creativa que nos permite, al menos, soñar con una vida hecha a la medida de cada uno... a nuestra propia medida. 

Gracias, esta vez, a un viaje de once horas en auto con mi preciosa y ruidosa familia; a nuestro anhelado auto con siete asientos, que nos permitió compartir con mi mamá;  a un lugar sereno y cálido que tuve el placer de conocer a mis bonitos 40 años; gracias a Colón, Entre Ríos, y a los casi mil  kilómetros que separan mi casa, de ese otro hogar donde habitó mi alma durante diez días. El nacimiento de este espacio, pequeño espacio que es mi blog, es gracias a todo eso. 

Gracias, Quien Seas, por leerme. 

Mónica 

 

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